Mientras algunos solo se divertían, hubo quienes se dedicaron a analizar la situación desde el punto de vista psicológico. Su objetivo fue medir afectividad, relaciones interpersonales, contacto emocional, introspección de cada uno de los participantes del etílico evento.
Así fue que durante la pegajosa noche, el psicólogo del grupo se dedicó a ir intercalando las figuras del test de Rorsharsh en su propio torso. No se debe menospreciar el talento y la dificultad para "enchivar" la camisa con tanto esmero y precisión, un arte solo comparable a las máximas expresiones del cubismo.
Hubo quienes descreyeron y atribuyeron el acto a una aparición divina, sin embargo, el criador de porcinos,ofuscado, no demoró en aclarar:
El alburo lo hice yo, ese chivo claramente es mio, no me vengan a querer quitar protagonismo!
Ete aquí, unas de las figuras mas logradas en contraste con la real.
Como verán, hasta Sigmund Freud se sorprendería del parecido... con todas las letras: ARTISTA!
Con ansias aguardamos el resultado de tan académico experimento.