viernes, diciembre 28, 2007

Regalos


Navidad es la fecha donde más regalos se hacen y se reciben. En sus vísperas, cientos de personas pasean por locales comerciales buscando algún objeto para obsequiar. Sin embargo, existe otro momento donde "miles" de personas se congregan en los centros de venta con sus bolsas. El día después, para cambiar los regalos...

Confieso que soy materialista. Libros; películas y Cd's son objetos de mi devoción, y el poco dinero que tengo lo "invierto" en ello, pero por desgracia, nadie, jamás, me regala lo que quiero. Porque los "seres queridos" se empecinan en obsequiar cosas que no nos gustan y que a nosotros, nunca, pero nunca, se nos ocurriría llevar como presente.
Desde chico tuve que convivir con los regalos familiares de mis padres o parientes, llamese: medias, pañuelos, juegos de sábanas, toallones, y demás cosas "necesarias". ¿cuantos toallones puede un niño necesitar? Todos sabemos que los chicos quieren JUGUETES.

Pero hay algo peor que eso, y son los regalos que nada tiene que ver con uno y está obligado a usar. Por suerte, hoy día los presentes están sujetos a posibles cambios, entonces si recibimos una camisa espantosa, que no nos pondríamos asi fueramos el último hobre en la tierra, nos dirigimos a concretar el cambio. Ja, essssta!!!
Primer problema que se presenta. Los cambios se hacen después de las fiestas, ¿por que? por que estamos saturados de trabajo, te dicen... Treinta segundos te lleva cambiar una camisa, nena. Pero bien, somos educados y vamos después de las fiestas y... segundo problema, ya no queda nada. El local tiene estanterías semi vacías a no ser por dos o tres remeras de mujer que hay en ellas. ¿Y que hago yo con la camisa? no sé flaco, me dice la ignota señorita detrás del mostrador mientras me ningunea y lee una nota de Facundo Arana semi en pelotas.
Sabe que puede hacer con la camisa, le decía Javier Portales al Manosanta... lo que pasa es que no es 100% algodón respondía el Negro Olmedo.

Estuve pensando en montar una campaña anti-obsequios, es decir, comenzar a reglar cosas innecesarias, feas, molestas, alejadas del buen gusto, que se yo...una talquera; un juego de broches; un libro de Paulo Coelho...

Es problable que a esta altura ustedes, lectores, hayan decidido no volver a hacerme un regalo porque me consideran un guacho desagradecido. Sí, puede ser. Pero recuerden que comprar un regalo nos lleva cinco minutos, pensarlo, quizas, un poco más; pero si el presente, que no necesariamente debe ser material, es el adecuado, puede generar en las personas una alegría inmensa, desbordante. Y me animaría a decir, hasta puede cambiar su vida. ¿Que no? yo no estaría tan seguro.


Justo lo que necesitaba: alguién
pensó en mí y me regaló un porta lápiz.

No hay comentarios.:

Related Posts with Thumbnails